sábado, 25 de marzo de 2017

A paso firme 2016! Compartiendo con el grupo base en la cárcel de varones


El propósito es dar respuestas no penales a los problemas de consumo de drogas, para lo cual se trabaja en un programa de motivación al cambio para jóvenes consumidores habituales de drogas, privados de libertad, los que conforman un grupo prácticamente abandonado en el sistema penitenciario. 

En el programa se busca fortalecer la autoestima y la construcción de capacidades de los jóvenes, y apoyar en la conformación de una red de contención familiar, a fin de incentivar la asunción de nuevos estilos de vida lejos de las drogas. Para ello, también se gestiona la remisión de los casos del sistema penitenciario al sistema de salud.


Esta iniciativa está enmarcada en el proceso de promoción de reformas a la política de drogas en Bolivia, del cual forma parte el Programa Libertas en articulación con Acción Andina - Bolivia, la Plataforma Coca Orgánica Libre e Informada y a nivel internacional con el Colectivo de Estudios Drogas y Derecho (CEDD). 

Casos e historias de vida


Marco Antonio

27 años

Es el menor de ocho hermanos, y sus recuerdos de niñez están llenos de sucesos traumáticos, precariedad económica y tristeza. Su padrastro se suicidó delante de él. Su padre biológico le lanzaba piedras para ahuyentarlo cuando él lo iba a buscar. Su hermano mayor hizo las veces de padre, pero de una manera cruel, con rigidez y azotes, haciéndole sentir permanentemente que no valía. Así creció pensando que lo que más deseaba era un papá de verdad.

Como la familia se mantenía sólo por el esfuerzo de la madre, que trabajaba en lo que pudiera, a veces no tenían qué comer. Por eso él soñaba con ganar dinero. Cuando vio un payaso en una plaza y le daban monedas se le ocurrió que él también podía hacer lo mismo. Comenzó a realizar pequeñas labores, incluso vendiendo empanadas junto con su mamá.

Los hermanos, todos mayores, se fueron yendo a construir sus vidas. Él se quedó con su sufrimiento, pese a la cercanía y al amor de su madre, su vacío emocional no pudo llenarse. Intentó suicidarse alrededor de los 10 años, no lo logró. Pese a que su padre biológico continuaba evitando el contacto, él siguió insistiendo, un día que hubo un problema en el colegio lo hizo llamar, él nunca llegó. Ese día comenzó a fumar marihuana. Tenía 12 años.

Después de un tiempo, cuando se dieron cuenta en la casa que fumaba marihuana, lo azotaban, al punto que él tiene cicatrices de esas palizas. Sin embargo, su mamá lo defendía, no cesó nunca de apoyarlo, así que poco antes de cumplir los 15 años él decidió dejar las drogas, él mismo fue a buscar un centro de tratamiento y rehabilitación. Se internó, pero tuvo que escapar a los pocos días porque un adulto internado en el centro intentó violarlo.

De ahí en adelante, su vida fue una escalada de consumo y venta de drogas, e incursión en delitos de hurto y robo. Era un consumidor de marihuana, pero también aprendió a consumir ‘pilas’ (medicamentos controlados), pasta base de cocaína y clorhidrato de cocaína. Fue aprehendido muchas veces por la Policía y torturado de formas inimaginables en las unidades policiales.

Marco Antonio también entabló una relación con otra muchacha, igual consumidora habitual de drogas, una unión irregular y conflictiva de la cual tuvo dos hijos, quienes han estado casi todo el tiempo al cuidado de la mamá de Marco Antonio. Finalmente, habiendo llegado a la cárcel por tercera vez, la pareja se fue, y ambos perdieron la custodia de sus hijos.

Mientras las primeras dos veces que cayó a la cárcel, estuvo preso pocas semanas, la tercera vez sí tuvo que cumplir una condena de cinco años por robo. En la cárcel sustituyó el consumo de marihuana por el de pasta base de cocaína. Durante un tiempo formó parte de los “incorregibles” de la cárcel, no quería acatar reglas, se mantenía en permanente confrontación con todos los reclusos. 

Finalmente, con el paso de los años, se fue cansando de la vida de violencia, drogodependencia y soledad, y decidió buscar una salida, justamente en el momento en que estaba pensando en un cambio se encontró con el programa de motivación.

El mismo le pidió a la juez que en lugar de salir en libertad condicional, sea remitido a un centro de tratamiento y rehabilitación de adicciones. Ahora está internado, ha superado la fase de desintoxicación sin problemas y está dispuesto a continuar hasta salir de la dependencia a las drogas, reconstruir su relación familiar y recuperar su vida. Como él mismo dice: “Quiero recuperar todo lo que he perdido. Tengo que ser feliz alguna vez”.

Sus únicos tormentos ahora son los dolores frecuentes que tiene por la infección de varios de sus dientes que en algunos casos llega a los huesos de la cara, y los grandes esfuerzos que hace su familia para pagar la alta cuota mensual del centro del tratamiento y rehabilitación. Para el futuro también tiene el desafío de la inserción social.



Micky

18 años

El nació en el campo, en una zona de mucha producción agrícola pero también de mucha pobreza. Es uno de seis hermanos, su padre los abandonó, sólo tiene a su mamá que vende en el mercado de una provincia alejada. Movido por la pobreza, siendo niño vino a la ciudad y buscó formas de sobrevivir.

Pasó su niñez limpiando parabrisas de los autos con su hermanito, aprovechando las paradas en los semáforos, hasta muy altas horas de la madrugada. Después con el dinero ganado comían y buscaban telos (habitaciones/alojamiento donde duermen varias personas sobre el piso) donde dormir. También se hizo miembro de varios grupos de muchachos en situación de calle, probó a inhalar pegamento y fumó marihuana. Pero hay algo en él, quizás esa permanente sensación de alegría y optimismo que muestra hasta en los peores momentos, que lo protegió de caer en adicciones.

Experimentó varias aprehensiones policiales, y las palizas y otras formas de tortura aplicadas por los funcionarios policiales. Pasó también por varias de las reiteradas “operaciones limpieza” en que las autoridades mandan a la Policía a recoger a las personas que viven en la calle e internarlas en centros cerrados por un tiempo, de los que después ellas escapan y vuelven a las calles a falta de otras oportunidades.

Intentó volver a vivir con su mamá, allá en el campo, ella también intentó llevarlo con ella, pero diversas situaciones impedían que vuelvan a vivir juntos. Así que se quedó en la ciudad, manteniendo mayor relación con su tío y sus primos.

Un día, Micky terminó de trabajar lavando autos y fue a la avenida donde se encontraban un grupo de amigos suyos que vivían en situación de calle; de repente uno de los muchachos introdujo el brazo por la ventanilla de un coche y sacó un teléfono celular, al correr le pasó al hermanito de Micky, y cuando la gente los agarró a todos Micky tomó el celular para que el hermanito no fuera culpado. Micky fue enviado a la cárcel.

Los primeros días en la cárcel los pasó muy asustado. No tenía forma de pagar ni derecho de piso ni cuota de limpieza (cobros comunes que los delegados internos hacen a los nuevos reclusos), y tenía miedo de ir al baño porque algunos reclusos lo amenazaban con golpearlo o le hacían amenazas en broma que él tomaba en serio.

Después de fue tejiendo una red de solidaridad alrededor de él. Estuvo seis meses preso, es físicamente muy pequeño para su edad por lo cual su ingreso provocó la furia de los reclusos que pensaban que tenía varios años menos que 18.

Pese a tener unos antecedentes de consumo de marihuana y pegamento, Micky se alejó de las drogas los primeros meses de su encierro. El mismo se mostraba sorprendido por ver a los otros reclusos consumiendo alcohol y consumiendo cocaína sin ningún problema. Él se dedicó a realizar las actividades que le encargaban los delegados internos y a participar del grupo del programa de motivación, también asistió al gimnasio, y finalmente se dedicó a trabajar en la limpieza, fumando marihuana alguna vez, ya que otros reclusos le invitaban pero siempre evitó engancharse mucho más en la droga.

Pero su problema mayor no era la droga sino su abogado. Como no tenía dinero, le fue asignado un abogado de Defensa Pública que fue a la cárcel una sola vez, después de tres meses, para decirle que la mejor solución era que se declare culpable de robo para negociar una pena menor que le permita salir inmediatamente. Cuando sus padres quisieron preguntar al abogado por qué no lo defendía en lugar de sugerirle que se declare culpable, les colgó el teléfono.

Sin muchas opciones, porque él mismo no entendía nada sobre los temas legales, finalmente fue convencido por el abogado y el recluso que hacía de delegado jurídico de declararse culpable. Así negoció una pena mínima por complicidad en un hurto de celular, y está feliz porque acaba de salir en libertad, pero tiene una condena en sus espaldas por un delito que no cometió.

Sus principales desafíos son sobrevivir, alejarse de las drogas, encontrar la forma de estudiar y obtener algún trabajo que le permita solventarse porque la situación económica de su familia es bastante precaria. “Si no vivo con mi mamá no es porque no quiera, sino porque no quiero ser una carga más para ella, yo puedo mantenerme solo”. Así que es un desafío que está asumiendo solo.



Juan Pablo

27 años

Él está por segunda vez detenido en la cárcel, acusado de venta de drogas. Desde los 13 años comenzó a consumir marihuana y pasta base, porque había personas en su familia y en su barrio que consumían también. Uno de ocho hermanos, Juan Pablo vivió sin una contención familiar y con poco apoyo para continuar en la escuela. Finalmente, dejó de estudiar y comenzó a buscar la forma de sobrevivir. Su adolescencia la pasó en contacto con los adolescentes y jóvenes en situación de calle.

Estaba con ellos en 2013 cuando fue arrestado en una redada policial en una avenida céntrica de la ciudad. Tenía en su poder dos sobres con dos gramos de pasta base de cocaína que acababa de comprar para consumir. Mientras permanecía en detención preventiva en la cárcel, su abogado de Defensa Pública solicitó un examen de cabello, que en ese tiempo debía hacerse en un laboratorio de la ciudad de La Paz, el cual permite detectar la presencia de droga en un periodo de tiempo prolongado. Tuvo que reunir dinero para pagar ese examen, y para eso lo ayudaron su esposa y su mamá. El examen salió positivo, evidenciando que él era consumidor de drogas, así que fue liberado en 2014.

Estuvo trabajando después en un taller, y después en el negocio de un primo, mientras vivía con su mamá y con su esposa, pero su nivel de consumo de drogas aumentó y mientras los conflictos familiares no cesaban.

Desde agosto de 2015 está de nuevo preso, cayó en una situación similar. Lo encontraron con 10 sobres de pasta base de un gramo cada uno, en la Policía le agregaron en forma fraudulenta 5 sobre más que pusieron sobre la mesa del lugar donde era interrogado. Esta vez no logró pedir un examen toxicológico que demuestre que es consumidor, su abogado se descuidó y sus familiares no hicieron seguimiento, así que pasó a ser investigado por el supuesto delito de tráfico de drogas.

Meses después de estar preso, cuando llegó a verlo su abogado y le propuso que se declare culpable de vender droga bajo el delito de suministro (que tiene de 8 a 12 años de cárcel) en lugar del delito de tráfico (que tiene entre 10 a 25 años de cárcel), él aceptó.

Ahora, con 8 años de condena, está esperando acceder al beneficio del indulto para salir en libertad, para intentar rehacer su vida, que él siente que debe hacer lejos de su familia ya que en su caso la relación con la familia en lugar de ayudarlo lo suele llevar al consumo de drogas y al delito.

Aunque en la cárcel él consume marihuana y pasta base de cocaína a diario es uno de los reclusos más trabajadores, lava ropa, limpia las celdas, ayuda a los vendedores de comidas, siempre está haciendo algún trabajo. Esa situación no es común en otros jóvenes drogodependientes, no suelen tener la disciplina para organizarse y trabajar. Juan Pablo sí.  “Todos confían en mí porque me ven que soy trabajador, no soy como los otros chicos, dentro la cárcel no robo, me mantengo con mi trabajo”.

Su principal preocupación es mantener también a sus dos hijos pequeños, que están a cargo de su esposa, otra joven que se gana la vida lavando ropa y haciendo limpieza en domicilios. El sueño de los cuatro: Juan Pablo, la esposa y los niños es esperar a que él salga de la cárcel para irse lejos, a comenzar de nuevo.



Joel

22 años

Joel pasa los días en la cárcel soñando con el momento en que le toque salir en libertad condicional, para solicitar ser remitido a un centro de tratamiento y rehabilitación, e intentar una vez más cambiar su vida. Señala que quiere seguir el mismo camino que Mauricio.

El escapó de su casa siendo niño porque sólo veía violencia y falta de comida. Y pasó su vida tratando de salir de las calles. Desde los 11 años fuma marihuana y también pasta base de cocaína. Durante su niñez y adolescencia trabajó como ayudante de albañil, lava autos, cargador de bultos en el mercado, lustrabotas y en varios otros trabajos que asumía incluso sólo por días para ayudarse a sobrevivir.

Pese a sus intentos por reorientar su vida, la falta de opciones lo llevó a caer reiteradamente en la vida en las calles y en el consumo de drogas, generalmente marihuana. La violencia policial también lo marcó. Durante su adolescencia, fue arrestado varias veces por sospecha de consumo de drogas, por sospecha de vivir en la calle, por sospecha de robo. Recuerda que pasaba fines de semana enteros en las comisarías policiales, soportando golpes y humillaciones, y orinando en la misma celda donde dormía junto con varios otros muchachos. Salía de las celdas policiales después de días sin beber ni comer, y desesperado iba a pedir monedas en las calles para comprarse agua.

En las ocasiones en que se ponía a trabajar durante semanas, y trataba de alejarse de las calles, la persecución policial le interrumpía el intento. Los policías lo veían y le pedían dinero, de otro modo, lo amenazaban con llevarlo al organismo de investigación criminal donde le podían endilgar cualquiera de las decenas de denuncias por robo de billetera que tienen. Como no podía pagar esas cuotas “policiales” con un trabajo regular donde apenas ganaba para comer en el día y para pagar donde dormir, tenía que volver a robar.

Tampoco era fácil engancharse a un trabajo. Un tiempo pudo trabajar lavando autos, pero las zonas de la ciudad fueron estando cada vez más controladas por grupos de lavadores de autos que no dejaban trabajar en ellas a los ajenos, y menos a los que eran niños que no podían luchar por un espacio.

También limpiaba los parabrisas de los coches, pero no le funcionaba mucho, casi no le daban monedas porque lo veían sucio y mal vestido. “¡Como si uno ganara dinero para bañarse todos los días!”, se queja. Muchos le decían que quería dinero para drogarse y no le daban nada. “Yo también como, no sólo me drogo, eso no entienden”. Después recuerda que aparecieron más personas limpiando parabrisas, inclusive los extranjeros itinerantes que comenzaron a hacer malabares en las esquinas, quienes se comenzaron a llevar las monedas que los conductores antes daban a todos.

Después Joel comenzó a robar los parabrisas. Lo atraparon y como era menor de edad fue llevado al centro de privación de libertad para adolescentes infractores. Su paso por ese recinto fue una muestra de las deficiencias del funcionamiento del sistema de Justicia Penal para Adolescentes en el país. 

Tuvo que cumplir una condena sin el apoyo socioeducativo que es esencial en el sistema penal para adolescentes, ni otro recurso que le ayude a una asunción de responsabilidad o le brinde oportunidades de reorientar su vida. Salió del centro de privación de libertad con la idea de que delinquir era la mejor forma de obtener dinero. Y siguió, hasta que habiendo pasado ya los 18 años llegó a la cárcel pública, juzgado ahora como adulto.

El primer tiempo en la cárcel lo pasó entre marihuana y pasta base e intentos de hurtar dinero a los reclusos acomodados. Pasó por castigos diversos propinados por los delegados de disciplina. Después se tranquilizó, bajó su nivel de agresividad y comenzó a pensar de otra manera. Salir de las drogas en su situación es aún un sueño, pero él lo visualiza como un sueño que podría hacerse realidad. “A mi edad, todavía puedo cambiar, si quiero lo logro”.



Alex

18 años

Él es huérfano, tiene dos hermanitos menores que están internados en una casa de acogida del Estado, y un hermano mayor que trabaja muy duramente para mantener a su familia. Toda la vida de Alex estuvo marcada por la pobreza extrema, su padre los abandonó, su mamá se quedó sola con los hijos, él trabajó desde pequeño, pero cuando su mamá murió y lo alejaron de sus hermanos se quedó sin rumbo, en la calle. Comenzó a fumar marihuana, a conocer la violencia policial y todas las penurias de los muchachos en la calle.

Quiso salir de ese camino e ingresó siendo niño a un programa de apoyo a muchachos en situación de calle, que consistía en vivir en contacto con la naturaleza criando y cuidando caballos. Estuvo en el programa en forma intermitente, varios años, se iba y volvía, después conoció a una muchacha de su edad y tuvo un hijo siendo aún adolescente, lo que lo motivó a buscar un trabajo regular.

Justo antes de fin de año, iba a fumar marihuana con unos amigos, así que le enviaron a comprar. Compró dos sobres de unos cuantos gramos, y en ese momento lo interceptó la Policía. También detuvieron a los dos jóvenes que le vendieron, a quienes encontraron diez sobres más de marihuana. 

Ya en la Policía, los investigadores unieron todos los sobres, y pesaron el total de la marihuana decomisada, haciendo parecer que se había aprehendido a tres vendedores de droga con una sola cantidad de droga para la venta. “Yo ni me di cuenta de lo que hacían los policías, estaba asustado, confundido, y todo sucedía tan rápido…”, señala. No se puede saber ahora cuántos gramos realmente pesaban los dos sobres que él compró para consumir. Esa diferencia en gramos podría sacarlo de la cárcel en su condición de consumidor, o mantenerlo allá entre 8 a 12 años por el delito de suministro de drogas si se asume que la marihuana era para venta.

Tampoco su abogado hizo algo para mostrar que era consumidor, no solicitó un examen toxicológico para demostrar que él era consumidor de marihuana. El hermano mayor de Alex se prestó dinero para pagar un adelanto al abogado, este recibió el dinero y no hizo nada durante tres meses, sólo sugerir que Alex se declare culpable del delito de suministro para así negociar una pena menor y acceder al indulto.

Su lucha ahora es probar que es consumidor de marihuana, no vendedor. Mientras tanto, él trata de mantener alto el ánimo en la cárcel y evitar consumir drogas. Su mujer y su bebé lo esperan.


A PASO FIRME 2016 Una experiencia de motivación al cambio con jóvenes usuarios de drogas privados de libertad.



                             
                A PASO FIRME
          2016 
    

        
¡Demostrando que sí se puede!
Una experiencia  de motivación al cambio con jóvenes usuarios de drogas privados de libertad

    

 Programa Libertas



   1.  CONTEXTO Y POBLACIÓN

Esta iniciativa está enmarcada en el proceso de promoción de reformas a la política de drogas en Bolivia, del cual forma parte el Programa Libertas en articulación con Acción Andina - Bolivia, la Plataforma Coca Orgánica Libre e Informada y a nivel internacional con el Colectivo de Estudios Drogas y Derecho (CEDD). 

El propósito es dar respuestas no penales a los problemas de consumo de drogas, para lo cual se trabaja en un programa de motivación al cambio con jóvenes consumidores habituales de drogas, privados de libertad.

En medio del abandono en que se encuentran los jóvenes consumidores de drogas encerrados en las cárceles, en 2016 se continuó la iniciativa del Programa Libertas dirigida a motivarles para el cambio de sus estilos de vida caracterizados por consumo habitual de drogas y comportamientos de sobrevivencia, hacia la construcción de un proyecto de futuro.

El centro de operaciones fue la cárcel de varones más poblada del Departamento de Cochabamba[1], que funciona en una construcción antigua y precaria, originalmente dispuesta para 250 personas, aunque a agosto de 2016 era habitada por 663 reclusos.[2] Al igual que en los demás penales del país, la organización interna de esta cárcel está a cargo de los mismos reclusos quienes, a falta de mayor presencia del Estado, mejoran permanentemente las condiciones de habitabilidad y manejan normas propias que regulan la convivencia diaria.

Siendo la cárcel un entorno complejo, donde se entremezclan intereses, tensiones y conflictos diversos, la puesta en marcha de cualquier iniciativa tiene fuertes limitaciones y dificultades. Sin embargo, se logró ejecutar el programa de motivación gracias al respaldo de la experiencia de muchos años de trabajo en centros de privación de libertad, y al hecho de haber conocido a varios de los jóvenes consumidores habituales de drogas en circunstancias previas a la cárcel.

La mayoría de estos jóvenes proviene de familias disfuncionales y situaciones de vida en exclusión, no pudieron concluir los estudios secundarios, intentaron insertarse en el mercado laboral sin éxito, y algunos estuvieron en algún momento viviendo en situación de calle.

Su vinculación con las drogas y con el delito se halla estrechamente ligada a esas vivencias anteriores de violencia, abandono, exclusión y falta de oportunidades.

Todo ellos, en varios momentos durante sus vidas, intentaron dejar de consumir drogas y se internaron voluntariamente en centros privados de tratamiento y rehabilitación. Estos intentos no dieron resultados positivos, en gran parte por la falta de especialización de muchos de esos programas, y el alto costo de aquellos que sí son especializados, en un contexto en que la respuesta sanitaria que el Estado debe dar a los problemas de consumo de drogas es prácticamente inexistente.

Un rasgo común en las vidas de cada uno de estos jóvenes, desde los primeros años de su niñez, es su condición de receptores de violencia. Primero recibieron maltrato y abandono en sus familias, después sufrieron la violencia estatal a través de las repetidas detenciones arbitrarias y las torturas infligidas en dependencias de la Policía. Actualmente, continúan siendo castigados en el recinto de la cárcel.[3]

Su vida tras los muros de la cárcel transcurre en condiciones de pobreza o indigencia, duermen a la intemperie, suelen comer de la olla común o sino las sobras de la comida de los otros reclusos, y esporádicamente hacen algunas monedas trabajando en actividades de limpieza o como “taxis” (que son quienes hacen encargos o se ocupan de buscar a los reclusos que tienen visitas).   

En todos los recintos penitenciarios, y no sólo en la cárcel donde se aplicó este programa, se presentan altos índices de consumo de drogas de uso lícito e ilícito por parte de la generalidad de la población encarcelada, sin embargo, son estos grupos de jóvenes consumidores de drogas excluidos y desposeídos los que suelen ser visualizados como “el problema”.

Debido a ello, son discriminados, maltratados y humillados por los otros reclusos y los policías de seguridad del penal, repitiendo la situación que sufrían anteriormente afuera, en la sociedad, donde también eran tratados con reprobación y hostilidad.  

Permanecen entonces en una situación sin salida, recibiendo solamente presiones, ya que ni el Estado ni la sociedad les aportan con alternativas para que puedan construir proyectos de vida fuera de las drogas y fuera del circuito del sistema penal.

Debido a ello es que el Programa Libertas, a través de un trabajo enteramente voluntario, desarrolló la presente iniciativa, demostrando que incluso con recursos mínimos sí se puede hacer algo.

    2.  OBJETIVOS, RESULTADOS, ENFOQUE Y METODOLOGIA

Entendiendo al abuso de sustancias como un problema psico-social y de salud, se continuó con el desafío de apoyar en la motivación, el fortalecimiento de la autoestima y la toma de conciencia de los jóvenes consumidores de drogas en el ambiente adverso de la cárcel.

El objetivo principal fue:

-      - Fortalecer la autoestima y la motivación para un cambio en los estilos de vida de los jóvenes privados de libertad con problemas de consumo habitual o abusivo de drogas, de manera que el paso por la cárcel propicie una futura dinámica psico-terapéutica hacia la inserción social.

Se formularon los siguientes objetivos específicos:

-    -  Apoyar a los jóvenes a cambiar la forma en que se ven a sí mismos y a su entorno.
-      - Influir en los estilos de vida de los jóvenes y en la toma de conciencia para que puedan visualizar un futuro lejos de las drogas y del sistema penal.
-    - Contribuir a la reconstrucción de sus lazos familiares y a la reducción de los conflictos en sus relaciones dentro la cárcel.
   - Promover la atención en salud o, si se dan las condiciones, la derivación de casos a programas de tratamiento y rehabilitación.

Los resultados planteados fueron:

-    -  Mayor nivel de aceptación, a nivel individual y grupal, en los jóvenes para actividades innovadoras e iniciativas opuestas a la vida con drogas.
-     -   Comportamientos más saludables y uso de las habilidades desarrolladas que también permiten una convivencia carcelaria con menos conflicto.
-      -  Jóvenes remitidos de la cárcel a programas de tratamiento y rehabilitación de adicciones.
-         -  Mayores insumos obtenidos para el fortalecimiento y la eficacia del programa en futuras etapas, considerando el entorno complejo y las características especiales de esta población.

Se aplicó una metodología participativa y dinámica, basada en el diálogo, desde un enfoque de derechos y compartiendo el enfoque humanista existencial y la orientación del enfoque de la entrevista motivacional.

Cabe señalar que, en medio de la complejidad y conflictividad de la realidad en que viven, hay varios momentos en los que los jóvenes tratan de buscar una salida, pero no existen recursos en la cárcel a los que puedan acudir en esos momentos. Por ello, se consideró que motivarles a un cambio implica pensar en un proceso extenso que necesita acompañamiento, promoción de actitudes reflexivas y críticas, y también incentivos, más aun considerando la situación de extrema marginalidad de la cual provienen los jóvenes del grupo.

Para el trabajo se visualizaron las etapas del cambio planteadas en el modelo transteórico de Prochaska y Diclemente[4]: Pre-contemplación (total negación del problema de drogas), Contemplación (aceptación de la existencia de un problema pero renuencia al cambio), Preparación (pasos concretos a partir de una decisión de cambio), Acción (vida sin consumo de drogas, participación en un programa terapéutico), y Mantenimiento (seguir un proyecto de vida sustentable en el futuro, y manejar recaídas). El proceso de motivación implicó, en ese sentido, apoyarles para que inicien la transición por esas etapas, o para que la continúen, según el caso.

El programa se llevó a cabo en forma voluntaria, y fue ejecutado por una persona con el apoyo de otras tres personas en diferentes etapas. Se contó también con la asesoría de especialistas, ellos fueron los representantes de Voces para Latinoamérica (con especialidad en tratamiento de drogodependencias) y de Acción Andina (apoyo en psicología y en entrenamiento físico). Asimismo, se coordinó con los psicólogos de la Dirección General de Régimen Penitenciario[5] y con los delegados internos (representantes de los reclusos).

    3.  EL DESARROLLO DEL PROGRAMA

El programa se llevó a cabo en el periodo comprendido entre inicios de marzo de 2016 a fines de enero de 2017.

Los jóvenes con problemas de consumo de drogas o drogodependencia, con quienes se tuvo y se tiene contacto en esta cárcel, suman alrededor de 45, entre las edades de 18 a 32 años. Están acusados o condenados por delitos menores de drogas (venta de unos gramos de droga para solventar su propio consumo) o por hurto y robo de teléfonos celulares o pequeños montos de dinero.

Todos son consumidores de marihuana, pasta base de cocaína y ‘pilas’ (medicamentos controlados).

De ellos, se construyó una relación más cercana con 21 jóvenes (llamado el grupo amplio) para las actividades generales, y para el trabajo específico se avanzó con un número de 10 jóvenes (llamado el grupo base).

Asimismo, se llevó adelante un trabajo individual en los casos de dos jóvenes que demostraron una mayor predisposición e iniciativa propia. Uno de ellos está ya fuera de la cárcel, puesto que se logró su remisión a un centro de tratamiento y rehabilitación de adicciones.

Las actividades se desarrollaron a partir del siguiente esquema:

Acercamiento e involucramiento
Motivación y construcción de habilidades
Derivación y seguimiento
Interacción en espacios y actividades.
Desayunos masivos periódicos.
Festejos de cumpleaños.
Apoyo solidario.
Actividad física y deportiva.
Sesiones de reflexión y debate.
Actividades laborales y estudios.
Conformación de una red familiar de apoyo.
Seguimiento a casos judiciales.
Gestión con abogados y jueces para la remisión de los casos.
Visita de centros de tratamiento y rehabilitación.
Coordinación con la familia.
Apoyos diversos para la continuación del proceso.

3.1.      Descripción de las actividades

El trabajo se desarrolló en los tres niveles expresados en el esquema:

3.1.1.        Acercamiento e involucramiento

El propósito de este nivel de trabajo fue la construcción y mantenimiento de relaciones de confianza mutua con la generalidad de los jóvenes, a fin de que pueda llevarse adelante un trabajo de motivación. Para ello, se construyeron relaciones horizontales, compartiendo experiencias y participando de las actividades y de las vivencias diarias en los lugares de la cárcel donde los jóvenes viven o se reúnen.

- Interacción en espacios y actividades

Se participó de las actividades cotidianas del grupo general de 45 jóvenes en días específicos de la semana, durante todo el día (acompañamiento en sus actividades) y en algunos casos en horas de la noche (en casos de prácticas deportivas o en fiestas como año nuevo).

Esta participación en espacios que no suelen estar abiertos para personas ajenas a estos grupos fue posible debido a la relación que se tenía anteriormente con varios de los jóvenes, sea por haberles colaborado antes en otras cárceles o en dependencias policiales, o por las actividades realizadas bajo los puentes o en otros ámbitos donde ellos se encontraron. Aunque no se conocía a todos, la relación anterior con varios abrió las puertas para trabajar la confianza del conjunto.

- Desayunos masivos periódicos

Se organizaron, con el apoyo de personas solidarias de fuera del programa, desayunos nutritivos en forma periódica, usualmente cada treinta días, para el grupo amplio de 21 jóvenes y también involucrando a otros del grupo de 45 personas que comparten las características de la población beneficiaria.

Se buscó propiciar la reunión de todos, en ocasión de cada desayuno, promoviendo el diálogo sobre los sucesos coyunturales de la cárcel, y una mayor familiaridad entre el programa y ellos.

- Festejos de cumpleaños

En el grupo amplio de 21 personas se festejaron cinco cumpleaños. Esta actividad se estableció debido a que varios de los jóvenes no reciben visitas o no son festejados en sus días de cumpleaños, lo que contribuye a mantenerles en estado de desesperanza e incredulidad hacia su entorno. La realización de esta actividad permitió también instalar nuevos espacios para que intercambien sus experiencias y se pueda conocer más profundamente la dinámica entre ellos.

-      Apoyo solidario

Se reunió en cuatro ocasiones ropa de invierno para el número de 45 personas, tomando en cuenta que estos jóvenes duermen a la intemperie y en época de invierno manifiestan afecciones respiratorias y broncopulmonares. Cabe mencionar que, por varias razones, ellos no suelen recibir atención médica, ni en estos casos ni en otros. En algunas ocasiones también se les apoyó con medicamentos en casos de lesiones producto de peleas o accidentes.

3.1.2.        Trabajo de motivación y construcción de habilidades

Este trabajo fue realizado con el grupo base compuesto por 10 jóvenes, e incluyó las siguientes actividades:

 Actividad física y deportiva

Se realizó un trabajo de gimnasio una vez por semana, y sesiones de entrenamiento aeróbico cada dos semanas, con la participación de un grupo de siete a diez personas, agregando en algunas sesiones a otras más.

Pese a tener un consumo diario de drogas, los jóvenes en general se manifestaron dispuestos a entrenar. Todos mantienen ciertas condiciones físicas (flexibilidad, velocidad, resistencia, coordinación) a pesar de su precaria salud y la falta de costumbre para sesiones programadas de entrenamiento físico. Se trató de generar disciplina en la actividad física y fortalecer la autoestima, probando un estilo de vida más saludable.

Estas actividades fueron seguidas por almuerzos posteriores para el grupo asistente a cada entrenamiento, y explicaciones sobre métodos de entrenamiento y nutrición.

Los obstáculos que se presentaron fueron los problemas usuales que ellos tienen, como lesiones o heridas que eran producto de las sanciones disciplinarias o de problemas con los otros reclusos, o la imposibilidad para entrenar por encontrarse en el calabozo de castigo.

 Sesiones de reflexión y debate

Las sesiones de reflexión y debate se realizaron cada diez o quince días, con el grupo base de 10 personas, así como otras reuniones en diferentes días con dos o tres personas solamente en aquellos casos en que manifestaron mayor predisposición.

Los temas seleccionados surgieron de sus experiencias propias: Los hábitos de consumo de drogas, los circuitos delictivos, la relación con la Policía, el delito por el cual estaban encarcelados, la convivencia dentro la cárcel, las relaciones y conflictos con sus familias, su situación de pareja, el vínculo con sus hijos. 

También se debatió ampliamente sobre temas de género, y sobre temas legales y judiciales.

Se trataba de explorar a fondo cada tema y debatir, se les planteaba diferentes puntos de vista para propiciar la reflexión sobre cada una de las situaciones y motivar la asunción de las propias responsabilidades, en los casos que correspondían. Se consideró importante que comiencen a ver cada situación desde la perspectiva de lo que pueden hacer para cambiarla.

-  Apoyo en la inserción a las actividades laborales y escolares

Se apoyó en la inserción laboral en tres casos, de quienes manifestaron mayor predisposición hacia esas tareas, pagando la inscripción para la afiliación a los talleres de artesanías y de marroquinería, y comprando el material básico. Cabe señalar que iniciar un trabajo regular en uno de los gremios laborales en la cárcel es bastante difícil, no sólo por el estilo de vida de los jóvenes sino también porque dentro la cárcel se mueven intereses de todo tipo, y muchos de ellos están concentrados en los gremios laborales los que, pese a los argumentos que puedan colocar los otros reclusos, son espacios de privilegio.

El trabajo que desarrollaron los jóvenes fue irregular debido a problemas con algunos reclusos miembros de esos gremios o por situaciones personales inesperadas que les generaron retrocesos. Sólo uno continuó hasta el momento de su salida en libertad.

No fue posible acceder a las ofertas de estudios secundarios debido a la necesidad de realizar un trámite previo y obtener con anticipación la documentación requerida, lo cual por la situación en que se encuentran los jóvenes es bastante dificultoso. También para el caso de cursos de habilidades específicas, como la electromecánica o la computación, se requería hacer gestiones similares, además de cubrir un costo que alto que escapaba de las posibilidades del programa.

Conformación de redes familiares de apoyo

Se hizo contacto con los familiares de 10 jóvenes para explorar las posibilidades de construir o reconstruir redes familiares de apoyo.

La mayoría tiene relaciones familiares quebradas, y por las experiencias de abandono y violencia durante su niñez y adolescencia también guardan sentimientos de rechazo hacia algunos miembros de su familia; además de existir otras situaciones de conflicto familiar producto de la conducta de consumo de drogas de cada joven. Por ello, en la generalidad de los casos, las familias estuvieron renuentes a un acercamiento. Sin embargo, en algunos casos algún miembro de la familia sí manifestaba cierta voluntad para relacionarse y ayudar. Se consideró válido ese único miembro de la familia como soporte esencial para comenzar.

En cinco casos se logró tener reuniones repetidas con el miembro de la familia en mayor disponibilidad de apoyar. En dos casos se sostuvo un mayor acercamiento con varios miembros de cada familia, sosteniendo reuniones en la cárcel y en los domicilios de los familiares, en las cuales se reconstruyó la historia familiar y las posibilidades de involucramiento de la familia en un proceso de cambio del joven. En un caso se logró participación activa de la familia en el proceso de cambio.

-  Seguimiento a casos judiciales.

Un problema común en el grupo es la falta de control sobre sus procesos judiciales. Dependen de un abogado, generalmente del Servicio Plurinacional de Defensa Pública, que no los visita y cuando sí los visita la defensa suele reducirse a sugerirles que se declaren culpables para acceder a un juicio abreviado por una pena menor. Tampoco sus familiares colaboran haciendo seguimiento del proceso.

Se hizo revisión de siete casos judiciales del grupo base, la mitad de ellos se hallaba en detención preventiva, la mitad tenía sentencias de entre 4 a 8 años de cárcel. Se les brindó orientación y explicación sobre el desarrollo del caso en el sistema penal y las posibilidades reales de salir de la cárcel, sea con cesación de la detención preventiva o sea por el acceso a los beneficios penitenciarios en los casos de quienes tienen condena. Asimismo, se logró conversar con los abogados de cinco jóvenes para intentar agilizar el proceso, e identificar cuáles casos podrían ser derivados a un centro o programa ambulatorio de tratamiento y rehabilitación.

El trabajo también mostró formas de usar los recursos judiciales existentes para lograr que un caso sea derivado a tratamiento, tomando en cuenta que la legislación boliviana no prevé este tipo de remisiones.

3.1.3.        Derivación y seguimiento

En un caso en que el proceso de motivación resultó exitoso y la familia decidió apoyar al joven y planificar una vida futura en común, se logró la derivación del joven de la cárcel a un centro privado de tratamiento y rehabilitación de adicciones. Para ello, se aprovechó el hecho de que el joven había cumplido las dos terceras partes de la condena impuesta, lo cual lo habilitaba para solicitar la libertad condicional.

Se hizo ese trámite sosteniendo varias reuniones previas de coordinación con la familia, con la abogada a cargo y con la jueza del caso, la que dispuso finalmente la libertad condicional con la condición de que el joven se integre a un programa para el tratamiento y la rehabilitación de su problema de drogodependencia.

Actualmente, se realiza el seguimiento del caso y la evaluación periódica de la situación del joven, en conjunto con Voces para Latinoamérica y Acción Andina, a fin de asegurar la continuidad del proceso sin mayores dificultades. Asimismo, se apoya al joven obteniendo atención médica en problemas de salud que no son cubiertos por el tratamiento y acompañándole en sus salidas al médico. 

También se hace coordinación con la familia y con diferentes niveles para aportar con opciones para la futura inserción.

El joven ya no consume drogas, ha pasado sin problemas la fase de la desintoxicación y se siente esperanzado en continuar, con planes para retornar al estudio y al trabajo en el futuro y volver a formar una vida en familia.

3.2.      El trabajo a profundidad en casos individuales

Los dos casos que se trabajaron como casos individuales fueron aquellos en que los jóvenes, pese a tener problemas de drogodependencia y policonsumo (lo cual los convertía en “casos muy difíciles”), mostraron iniciativas propias que significaban avances en el proceso de cambio.

Con ellos se sostuvo en la cárcel reuniones extensas dos veces por semana, sea con ambos o individualmente, durante las cuales se analizó en conjunto sus experiencias de vida y sus conflictos, enfocando en las posibilidades reales de cambiar la situación y el esfuerzo que a ellos les implicaría hacerlo.

En ambos casos se trabajó con la familia para tratar de acercar la relación y contribuir, con el apoyo del programa, a superar las dificultades o falta de posibilidades de salida que los familiares veían en los casos de los jóvenes.

En uno de los casos se coordinó con los padres y con la esposa, con esta última se logró un acercamiento mayor y reuniones regulares dentro y fuera de la cárcel. Sin embargo, se presentaron como obstáculos para seguir avanzando los fuertes problemas internos en la familia, además de que algunos de los familiares consanguíneos estaban involucrados también en delitos. Durante el proceso, el joven recibió una condena de ocho años de privación de libertad por el delito de suministro (venta de sobres con unos gramos de droga para solventar su consumo personal), motivo que contribuyó a bajar su ánimo hacia un cambio de vida.

En el segundo caso, se mantuvo un relacionamiento y coordinación con la madre del joven y con varios miembros de la familia. Cabe mencionar que en este caso, el contacto con los familiares no fue iniciativa del programa sino que fue planteado por el mismo joven. De un estado de ambivalencia inicial, él paulatinamente fue tomando iniciativas concretas como organizar las reuniones con sus familiares, asistir sin una falta a todas las sesiones de reflexión y a las reuniones individuales, participar del entrenamiento de gimnasio y de las actividades de acondicionamiento físico, solicitar el apoyo terapéutico del profesional psicoterapeuta de Voces para Latinoamérica, terminar relaciones con amistades del entorno de las drogas y el delito, analizar posibilidades de programas de tratamiento y rehabilitación a los que ingresar al salir de la cárcel, y planificar la reconstrucción de sus lazos familiares.

Las iniciativas mostradas por él coincidieron también con el apoyo de la madre y otros familiares, que estuvieron totalmente abiertos a coordinar con el programa de motivación, aunque en un inicio habían manifestado cierto desaliento y negatividad. Viendo las posibilidades, finalmente la familia contrató un psicólogo especialista en drogodependencias quien realizó una evaluación del joven y presentó el informe en instancias judiciales.

De esa manera, coordinando con la abogada de Defensa Pública a cargo del caso y con la jueza de ejecución penal, se solicitó la libertad condicional para el ingreso a un centro de tratamiento y rehabilitación en adicciones.

La oportunidad de la libertad condicional es la única posibilidad legal de sustituir la cárcel por un centro de tratamiento y rehabilitación. En Bolivia no hay opciones en la ley para que un caso de delito, donde se evidencia un problema de consumo de drogas o drogodependencia, sea remitido a un programa fuera de la cárcel.

La dificultad actual en el caso del joven que avanzó en el proceso de cambio hasta la etapa de la acción, es principalmente económica. La familia enfrenta serias dificultades para cubrir mensualmente el alto costo del centro de tratamiento y rehabilitación. Esto evidencia una vez más la falta de opciones existentes para el tratamiento y rehabilitación de las personas con problemas de adicción, principalmente debido a la falta de acción del ente nacional responsable de la salud.

    4.  LOGROS Y RESULTADOS

Se lograron los resultados formulados al inicio del programa:

-    -  Aceptación y participación de los jóvenes en todas las actividades que les posibilitaban la reflexión y el análisis de su situación, y en las actividades de entrenamiento físico que permitieron además una práctica de disciplina y de rutina opuesta a la vida con drogas.
-    -  Cambios en el comportamiento de varios de los jóvenes que introdujeron conductas más saludables en sus estilos de vida y redujeron los niveles de conflicto con otros reclusos, gestionando diferentes formas de evitar la confrontación. Sobre esto último, algunos jóvenes acudieron al programa para que se realice una especie de mediación a fin de frenar enfrenamientos y conflicto entre ellos y los demás reclusos.
-        -  Un joven se encuentra ya fuera de la cárcel y en un programa de tratamiento y rehabilitación de adicciones.
-       -  Se cuenta con insumos y lecciones aprendidas para fortalecer el programa, así como para elaborar propuestas de reforma normativa para la remisión de casos de personas con problemas de consumo de drogas a programas fuera de la cárcel.

Se pueden mencionar también logros a nivel general y particular:

-    - Se establecieron las bases, en cuanto a relacionamiento y construcción de relaciones de confianza mutua, para llevar adelante una etapa posterior de trabajo.
-          - Se tiene una mayor comprensión de las dinámicas dentro la cárcel.
-        - Se captó el interés de los delegados internos y el conjunto de reclusos quienes apoyaron varias de las actividades del programa.
-          - Se tienen contactos con profesionales e instituciones para ampliar en el futuro el programa e incluir actividades laborales y estudios.
-     - Se tiene una experiencia de articulación con la Dirección Departamental de Régimen Penitenciario, lo que otorga un respaldo oficial a las actividades.

Los logros y resultados alcanzados demuestran que sí se pueden llevar adelante iniciativas que den respuestas no penales a los problemas de consumo de drogas y adicciones.

La asesoría especializada de Voces para Latinoamérica y Acción Andina también posibilitó alcanzar los resultados positivos.

Al llevarse a cabo el programa en forma voluntaria, con recursos mínimos que fueron aportados solidariamente por las mismas personas que lo ejecutaron, se demostró también la importancia del trabajo en contacto directo con los mismos jóvenes, en relaciones horizontales, compartiendo sus vidas más allá de horarios para entender con mayor profundidad sus motivaciones y sus conflictos.

Los recursos evidentemente son importantes, y serán requeridos para la siguiente etapa del programa, tomando en cuenta los costos que demanda la realización de todas las actividades programadas, así como el alto costo de los centros de tratamiento y rehabilitación para los casos en que se logre un resultado positivo. Sin embargo, se resalta la importancia de los factores de relacionamiento personal, la confianza mutua y la voluntad de impulsar cambios, como resortes que llevan a resultados positivos.

Es necesario mencionar que no hay en ninguna cárcel del país programas dirigidos a la motivación para salir de las drogas, y tampoco programas de tratamiento y rehabilitación. En la cárcel de Palmasola en el Departamento de Santa Cruz unos pocos reclusos consumidores de drogas son llevados al pabellón denominado PC5 destinado a enfermos broncopulmonares. En la cárcel de San Pedro, en el Departamento de La Paz, algunos jóvenes consumidores de drogas son llevados a la sección denominada Chonchocorito donde anteriormente funcionó un programa de tratamiento y rehabilitación en adicciones, pero actualmente debido a la sobrepoblación carcelaria esa sección es ocupada también por reclusos comunes, mientras que los pocos jóvenes con problemas de drogodependencia que aún permanecen allí se encuentran sin tratamiento y solamente con el apoyo del escaso personal de la Dirección Departamental de Régimen Penitenciario[6].

En Cochabamba, no ha habido ningún programa estatal dirigido a la motivación al cambio para la derivación a tratamiento y rehabilitación. Por ello, la experiencia actual se constituye en una experiencia novedosa, que desde un diseño sencillo puede dar pautas para una mayor asunción de responsabilidad del Estado en este ámbito.

    5.  OBSERVACIONES

Es importante tomar en cuenta, para el fortalecimiento de las actividades en el futuro, los siguientes elementos que se advierten de la experiencia actual:
-      
    - Trabajar más con los delegados y reclusos para reducir la discriminación hacia los jóvenes consumidores encarcelados, y construir redes de apoyo dentro la cárcel.
-      - Promover la implementación de programas de tratamiento y rehabilitación en el mismo espacio del sistema penitenciario, a fin de que existan más opciones para la derivación de los casos que ingresen en el programa de motivación.
-     - Indagar mayores posibilidades para que los centros privados de tratamiento y rehabilitación, actualmente en funcionamiento, puedan recibir, con menores costos, a los jóvenes que estén en posibilidades de solicitad libertad condicional.
-   - Elaborar y promover propuestas de cambios normativos a fin de facilitar la remisión de la cárcel a programas o centros de tratamiento y rehabilitación.
-      -  Llevar adelante acciones de incidencia para lograr mayores opciones de atención en salud para los jóvenes consumidores habituales de drogas que, usualmente por delitos menores, entran en el sistema penal.


 











Contacto: Rose Marie Achá
Teléfonos: 591-74305070 / 591-4-4432479
Dirección postal: “Somos Sur” Calle Francisco Viedma Nº 271
Cochabamba, Bolivia





[1] También se apoyó en casos específicos en otras cárceles del Departamento de Cochabamba, incluida la cárcel de mujeres.
[2] Datos de la Dirección General de Régimen Penitenciario.
[3] Una mayor aproximación a la realidad de esta población puede leerse en el informe “Los chivos expiatorios: Control de drogas y cárceles en Bolivia” disponible en www.programalibertas.blogspot.com, www.colibolivia.blogspot.com, https://www.tni.org/es/publicacion/los-chivos-expiatorios-control-de-drogas-y-carceles-en-bolivia y http://www.drogasyderecho.org/files/Drogas_y_carceles_LOS_CHIVOS_EXPIATORIOS.pdf
[4] Paul M. Kubek and Matthew K. Weiland "Stages of change" co-creator Carlo DiClemente discusses practical applications of his Transtheoretical Model for health, wellness and recovery, 2008 Disponible en: http://www.centerforebp.case.edu/stories/stages-of-change-co-creator-carlo-diclemente-discusses-practical-applications-of-his-transtheoretical-model-for-health-wellness-and-recovery
[5] Hay dos psicólogos para una población de 2.581 personas (cifra difundida por la Dirección General de Régimen Penitenciario) recluidas en las cárceles del Departamento de Cochabamba.
[6] Cinco psicólogos atienden una población total de 3.080 personas (dato de la Dirección General de Régimen Penitenciario) encarceladas en el Departamento de La Paz.