viernes, 10 de marzo de 2017

PROMOVIENDO LA TRANSFORMACIÓN EN EL CONTEXTO DE LA CÁRCEL
La experiencia de 2014

    ANTECEDENTES

Más de 20 años de trabajo en las cárceles del país, defendiendo derechos, haciendo investigaciones y publicaciones, y promoviendo cambios normativos han permitido profundizar en el entramado de violencia y conflicto propio de un ambiente que recibe los impactos de las falencias en el funcionamiento del Estado y los problemas sociales.
Al inicio, el trabajo se concentró en las temáticas de Derechos Humanos y Política de Drogas, en la época en que la Ley del Régimen de la Coca y Sustancias Controladas (Ley 1008) mantenía su contenido más duro y facilitaba la remisión a la cárcel de personas provenientes de zonas rurales y de los lugares de cultivo de hoja de coca, quienes sufrían graves violaciones a sus derechos humanos sin posibilidades de ejercer su derecho a la defensa.
Transcurridos los años y con los cambios introducidos en la política de control de drogas (y a nivel normativo en la Ley 1008), se observó que pese a los mismos continuaron los costos sociales de la implementación de la política. Los grupos sociales sobre los cuales se mantuvo la criminalización no fueron ya aquellos vinculados al cultivo de hoja de coca, sino los adolescentes y jóvenes, las mujeres en situación de pobreza, las personas consumidoras de drogas de uso ilícito y/o con problemas de drogodependencia, y en general las personas provenientes de sectores sociales empobrecidos o excluidos, que continuaron recibiendo el impacto del enfoque punitivo de la política.
En ese contexto, se observó en las cárceles a los grupos más excluidos, estigmatizados y olvidados compuestos por jóvenes con problemas de consumo habitual de drogas, varios de ellos vinculados a los eslabones más bajos de la cadena del narcotráfico. Así surgió la iniciativa de promover sus derechos y apoyarles en mejorar sus condiciones de vida, además de mostrar las contradicciones de la política de drogas que lleva a las cárceles a los chivos expiatorios del sistema y no a quienes tienen responsabilidad en el negocio millonario del tráfico ilícito de drogas.
De esta manera, el año 2014 se realizó una mayor aproximación a los grupos de adolescentes[1] y jóvenes con problemas de consumo de drogas en las cárceles, a algunos de los cuales se conocía con anterioridad debido al trabajo realizado anteriormente con los grupos en situación de calle o de defensa de derechos humanos frente a la violencia policial.
Se inició una articulación de acciones con la organización Voces para Latinoamérica, que tiene especialidad en el abordaje terapéutico de drogodependencias, y que justamente en 2014 iniciaba un programa piloto en el penal de San Sebastián Varones dirigido a brindar atención terapéutica a los muchachos de los grupos en situación de calle que se hallaban encarcelados.

    DESCRIPCIÓN DE OBJETIVOS Y ACTIVIDADES

El Programa Libertas había desarrollado varias actividades de promoción a la práctica deportiva y de actividad física en las cárceles, principalmente en la cárcel de San Sebastián Varones. Por ello, cuando en 2014 se coordinó con Voces para Latinoamérica para llevar adelante iniciativas de apoyo a los jóvenes consumidores de drogas, el Programa Libertas asumió la implementación de un programa de entrenamiento físico con ellos, utilizando principalmente en el espacio del gimnasio de la cárcel.   
Los objetivos que se buscaron desde el Programa Libertas fueron:
-          Promover la actividad física y deportiva influyendo en un futuro cambio de los estilos de vida de los adolescentes y jóvenes consumidores habituales de sustancias.
-          Explorar las posibilidades de respuesta a la situación de abandono y vulnerabilidad en que se encontraban los adolescentes y jóvenes encarcelados.
Se logró romper la renuencia de los delegados internos del penal a permitir el ingreso de los adolescentes y jóvenes al gimnasio, y también se logró organizar al grupo pese a que su vida diaria en la cárcel estaba caracterizada por conflictos permanentes con el entorno.
Se trabajó con 23 jóvenes entre las edades de 17 a 32 años, 15 de ellos formaban parte del grupo de Voces para Latinoamérica.
Con un equipo de tres personas haciendo trabajo voluntario, se llevó adelante, en un periodo de seis meses, clases semanales de acondicionamiento físico, aeróbicos y Judo, en sesiones de una hora, seguidas de reuniones de evaluación y reflexión del proceso con los adolescentes y jóvenes del grupo, y un incentivo mensual de donación de ropa y realización de un almuerzo de celebración.

     AVANCES

Hubo una incorporación rápida del grupo a la actividad física y deportiva, con presencia continuada de la mayoría y cumpliendo las reglas establecidas, mostrando el desarrollo de cierto grado de compromiso y disciplina.
Las reuniones sostenidas permitieron profundizar en sus problemas actuales y dimensionar el nivel de conflicto de sus relaciones con los otros reclusos.
Se produjo un fortalecimiento de los lazos con los grupos de jóvenes consumidores encarcelados. Y, a partir de esa experiencia, se definió emplear una metodología dirigida a forjar lazos de confianza y amistad en relaciones absolutamente horizontales.
De esa manera, se contribuyó al programa terapéutico de Voces para Latinoamérica dirigido a reducir los problemas de consumo de drogas del grupo, y se obtuvieron insumos para planificar un trabajo posterior con estos grupos que son los que sufren mayor discriminación y violencia dentro las cárceles, sin recibir ningún tipo de apoyo estatal que les ofrezca posibilidades de resolver sus problemas de consumo de drogas y reorientar sus vidas.
    
    OBSTÁCULOS QUE FUERON SUPERADOS

Los principales obstáculos que se presentaron, aunque pudieron ser superados, fueron:
-          La oposición de los delegados internos y de los reclusos inscritos como alumnos regulares del gimnasio, a la realización de actividades con los jóvenes consumidores en el mismo espacio del gimnasio. Esta reacción fue superada a través de varias reuniones con los delegados a fin de que comprendan que un trabajo con estos grupos ayudaría a mostrar experiencias positivas en la cárcel y posibilidad de disminución de los problemas internos, así como presentar el compromiso de los jóvenes para cuidar los materiales del gimnasio
-          El estilo desorganizado de vida de los jóvenes consumidores, el hecho de ser víctimas cotidianas de la violencia ejercida por otros reclusos, y los problemas de toda índole en los que se ven envueltos dentro el penal (las deudas que contraen, las sanciones de encierro en el calabozo de castigo que se les imponen continuamente, etc.). Estas dificultades pudieron ser reducidas a través del fortalecimiento de la relación con el grupo, el acompañamiento casi a diario y la construcción de lazos de confianza mutua.
A la superación de los obstáculos también contribuyó el relacionamiento anterior que se tenía con varios de los jóvenes consumidores de drogas encarcelados, debido a las acciones de defensa de derechos que se realizaba en las unidades policiales.






[1] En ese tiempo, los adolescentes de 16 y 17 años no eran juzgados, como corresponde, en la Justicia Penal para Adolescentes (o Justicia Penal Juvenil) sino que eran juzgados en la justicia ordinaria y privados de libertad en cárceles de adultos.

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